Tipos de piel
Conocer adecuadamente nuestra piel es el primer paso para entender qué necesita y cómo cuidarla.
Seca
La piel seca suele mostrarse con tendencia a la descamación o a las grietas. Esto es debido a que produce menor concentración de lípidos para retener las moléculas de agua de forma fisiológica, absorbe menor hidratación o recibe agresiones de mayor intensidad.
El tratamiento debe centrarse en la regeneración y en la hidratación.
Mixta
La piel mixta es una mezcla de varios tipos de piel.
En ella encontraremos partes de nuestra cara o de nuestro cuerpo que se comportan de forma distinta.
Esto suele ser muy evidente en el rostro, donde por lo general existe variabilidad en la denominada zona T (frente, nariz y mentón), en la que se observa más grasa.
Apreciaremos poros más abiertos, brillos, más tendencia a la secreción oleosa y que es algo más gruesa al tacto, mientras que en la zona de las mejillas suele ser una piel normal o seca.
Dependiendo de la zona, requerirá un tratamiento u otro.
Grasa
La piel grasa suele tener un exceso de sebo y eso produce múltiples efectos: brillos, dilatación de poros, acúmulo de suciedad en el estrato córneo (puntos negros, espinillas) y acné por obturación de los poros.
Requiere sustancias astringentes para su regulación y su correcto cuidado.
Sensible
La piel sensible es aquella que es más reactiva y se altera ante cualquier cambio. Suele asociarse con patología.
Su cuidado se basa en la prevención.
Normal
Denominamos a la piel normal cuando está en equilibrio. No brilla ni luce opaca y no suele tener problemas de circulación. Además tiene un tacto suave, es firme y se aprecian signos de buena hidratación, sin descamación.